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Historia

Santander, la actual capital de Cantabria cuenta con una amplia historia llena de momentos de grandeza económica y señorial que contrasta con tragedias que pusieron en jaque a las gentes de esta ciudad marinera.

Te invitamos a que te sumerjas en las historia de esta preciosa ciudad que descansa a orillas de una de las bahías más bellas del mundo.

Orígenes – Asentamiento

El origen de asentamientos en lo que hoy es la ciudad de Santander data del Paleolítico Inferior hallándose en el entorno de la bahía restos de vida humana. Las buenas condiciones climáticas y de vida la han convertido siempre en un lugar propicio para el ser humano.

Es en la época Romana, en el 26 a.C, durante las Guerras Cántabras contra el invasor Romano, el emperador Augusto decidió dejar constancia de su victoria ante los poderosos cántabros creando el Portus Victoriae (Puerto de la Victoria).

Portus Victoriae fue un emplazamiento de pequeñas dimensiones situado sobre el cerro de San Pedro, dónde actualmente se sitúa la catedral, en el que los romanos construyeron un atracadero y tinglados para la construcción de mejores naves.

A partir de la caída del Imperio Romano no existen casi informaciones de lo que pudo ocurrir con el el Portus Victoriae.

Edad Media – La Villa

Santander Medieval
Foto: gehieslamarina

En el siglo VIII se produce en España la conquista musulmana y es en ese momento cuando gentes procedentes de la meseta llegan al norte de la península escapando de los árabes.

Este movimiento de gente provoca la llegada de los restos de los santos Emeterio y Celedonio. En un principio sus restos quedarían protegidos en una antigua terma de origen romano para posteriormente pasar a una pequeña iglesia, que desembocaría en la actual catedral de Santander.

El martirio que sufrieron ambos santos en Calahorra en época del emperador romano Diocleciano fragua la leyenda que cuenta que sus cabezas llegaron a Santander en una barca tras negarse a confesar su católica en el siglo III.

San Emeterio y Celedonio se convertirán en los patronos de la ciudad de Santander y figuran en su actual escudo.

Será el rey Alfonso II de Asturias el que funde en el cerro de Somorrostro un monasterio dedicado a los mártires.

En el año 1131 se construye sobre este monasterio la Abadia de los Cuerpos Santos lo que se convertirá tiempo después en la Catedral de Santander.

Se cree que del nombre del mártir San Emeterio se fue derivando hasta el actual nombre de la ciudad de Santander. Existe otra teoría sobre el origen del nombre de la ciudad, en el siglo XVII aparece en mapas nombrado como San Andrés, lo que puede hacer pensar que derivado de la influencia del Señorío de Vizcaya en esa época pasara de San Andrés a San Ander a Santander.

En el año 1187 el rey Alfonso VIII de Castilla nombro señor del pueblo al Abad de San Emeterio y otorgo la villa un fuero que facilitaría el tráfico marítimo, la pesca y el comercio. Con estas actividades la Abadía recaudaría sus tributos.

Entre los siglos XII y XIII se fue definiendo la estructura de la villa dentro del recinto amurallado, se dividía en La Puebla Vieja, la parte más antigua y situada sobre el cerro de Somorrostro y La Puebla Nueva, situada en un plano más bajo de la villa.

En La Puebla Vieja se encontraba el castillo, la Abadía de Cuerpos Santos y los establecimientos que se dedicaban a la artesanía y al comercio. Mientras que La Puebla Nueva estaba el Convento de San Francisco y el de Santa Clara.

Ambas pueblas estaban separadas por la ría de Becedo teniendo como paso entre ambas el puente de Atarazanas situado donde hoy en día comienza la calle Calvo Sotelo.

En el año 1217 se iniciaron las obras de lo que sería la iglesia principal de la villa, se situaría en el mismo lugar que sus predecesoras, el cerro de Somorrostro.

Otro momento muy importante en la historia de Santander que se refleja en su escudo, al igual que los Santos Mártires, es la liberación de Sevilla, donde participaron naves santanderinas capitaneadas por el almirante Ramón de Bonifaz y Camargo en el 1248. Como recompensa el rey Fernando III de Castilla otorgo el honor de portar en el escudo de la ciudad la Torre del Oro y el río Guadalquivir.

En el siglo XIV el Libro de la Merindades de Castilla confirma la Behetría a la villa de Santander, por la que solo es dependiente de la monarquía sin tener que rendir cuentas a ningún señor feudal a excepción de las prerrogativas de abadendo. Un siglo más tarde el rey Enrique IV cedió la villa de Santander al Marqués de Santillana lo que provoco la revuelta ciudadana y posterior derogación por orden real el 8 de mayo de 1437.

En el año 1372 la villa de Santander se convierte en base naval del Atlántico otorgándole unas Atarazanas Reales muy importantes, a la altura de las de Sevilla o Barcelona, tras el desembarco de la flota castellana después de la victoria en La Rochelle ante los ingleses con el rey Enrique II de Castilla a su cabeza.

En el año 1497 se produjo una de las primeras tragedias por la que pasaría la población de Santander durante su historia. El desembarco de la Armada de Flandes junto con la reina Margarita de Austria para contraer matrimonio en Reinosa con el príncipe Don Juan, heredero de los Reyes Católicos, trajo consigo una epidemia de peste que diezmo la población santanderina de 8000 habitantes a tan solo 2000.

Tres siglos tardo la villa en recuperar su población y la ruina económica en la que se vio sumergida.

De nuevo entre los años 1567 y 1596 una nueva epidemia de peste redujo a una debilitada población a tan solo 800 personas de una población de 2500. Como dice el dicho, «no hay dos sin tres», en el siglo XVI la ciudad volvería a sufrir la que sería la tercera epidemia de peste.

La Edad Moderna en Santander

La Edad Moderna en Santander
Foto: santander.es

El comienzo del siglo XVIII fue el de la recuperación paulatina de la villa de Santander después de todas la crisis pasadas que dejaron muy tocadas a su población.

En 1748 Santander se consolida la predominancia de su puerto en el norte del país tras la Orden Real para la construcción del llamado «Caminos de las Lanas» que unía Burgos y Santander.

La Iglesia católica instauró en el año 1754 como capital de diócesis a Santander, concediendo a su vez al abad la categoría de obispo por lo que la iglesia colegiada paso a ser catedral.

Un año más tarde el Rey Fernando VI concede a la villa de Santander el título de ciudad.

Ya en 1783 se crea el Consulado de Mar y Tierra de la muy noble y muy leal ciudad de Santander. Este consulado era el encargado de regular el comercio marítimo con otras ciudades para ya a comienzos del siglo XIX ser el puerto más importante del norte de España con el comercio con América.

Poco a poco la ya ciudad de Santander fue creciendo económicamente y se fue creando una sociedad burguesa comerciante. Esta sociedad burguesa conseguiría la regulación administrativa del territorio. En 1816 sería Provincia Marítima para después en 1833 pasar a provincia de Santander.

El crecimiento de Santander fue exponencial, su bollante puerto marítimo trajo consigo el desarrollo de otras industrias auxiliares como por ejemplo, astilleros, harinas, cervezas, azúcar… etc

En 1852 tuvo lugar un echo muy importante para el comercio con el interior del país, se inauguró el ferrocarril con Alar que facilito el transporte de mercancías a Castilla.

Ya en 1856 Santander era conocida como un destino de las clases más pudientes de toda Europa. En ese mismo año se inaugura la primera edición de Los Baños de Ola que comenzaron como baños medicinales en el mar Cantábrico pero han acabado siendo toda una tradición.

El día 3 de noviembre del año 1893 se produjo el estallido del buque vizcaíno «Cabo Machichaco» que iba con una carga de 51 toneladas de dinamita y ácido sulfúrico. Un incendio en el barco provoco su explosión dejando un total 590 muertos y 525 heridos.

Las infraestructuras cercanas a donde estaba atracado el barco quedaron destruidas además de los edificios colindantes de la calle Méndez Núñez que no pudieron soportar la onda expansiva.

Ya en 1900 el puerto de Santander es el punto de partida de la mayoría de los productos que provienen de Castilla y van destinados a las colonias españolas repartidas por todo el mundo.

Esta bonanza económica impulsa el desarrollo urbano del Ensanche de Santander hacia el Este que desde el siglo XVII se venía realizando. Tuvo su finalización en el siglo XIX.

Santander se convirtió en lugar de veraneo de la realeza española cuando estaba en el trono Alfonso XIII. Ya en 1908 la ciudad construye el Palacio de la Magdalena que le es regalado al rey.

Siglo XX – Incendio de Santander

Incendio de Santander año 1941
Foto: Diario Montañés

Santander en el siglo XX tuvo que hacer frente a una nueva tragedia que puso en jaque tanto a la población como a la ciudad.

Tras la finalización de la Guerra Civil, con la ciudad en pleno proceso de reconstrucción y vuelta a la normalidad un nuevo revés se cebó con la ahora capital cántabra.

La madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941 se produjo el terrible incendio que redujo a cenizas prácticamente toda la ciudad de Santander.

El incendio se inicio en la calle Cádiz, era una noche con viento sur, lo que ayudo a avivar el fuego. Durante dos días ardió quemando la parte histórica de la ciudad cuyas calles eran muy estrellas y las casas estaban construidas de madera lo que favorecía que el fuego se propagara con facilidad.

Tan solo hubo que lamentar una víctima mortal, el bombero madrileño D. Julián Sánchez García.

Este incendio destruyo gran parte de la puebla medieval que contaba con una gran densidad de población. La reconstrucción de la ciudad cambio considerablemente su panorama urbano aprovechando la situación para la expansión de la ciudad. De esta manera se crearon los barrios de Santos Mártires, José María de Pereda, Pedro Velarde, el Poblado Canda-Landaburu y el Poblado de Pescadores Sotileza.

En el año 1983 se constituía la Comunidad Autónoma de Cantabria y se instauraba Santander como capital.

Santander en la actualidad

Santander se ha convertido no solo en un centro turístico reconocido en el norte de España si no que también se ha transformado en una ciudad con gran interés tanto comercial como administrativo.